viernes, 20 de enero de 2012

Canuto

No tengo idea de que día es hoy, pero estoy seguro que no ha llegado el fin de semana, sin embargo puedo quedarme otro rato en cama pues estoy de vacaciones. Tengo la sensación de que algo me falta y es en ese preciso instante en el que recuerdo que me robaron el celular la semana pasada entrando a la estación del Metro de la California luego de ir al cine, no me gusto ese día, no me gusto la película, ni con quién salí aquella vez, pero eso es otra historia.

No tengo plan para hoy, creo que es por no tener teléfono, de pronto suena el teléfono de la casa y entra mi abuela al cuarto a decirme que me llaman. No fue magia, fue el destino... Fiesta por el cumpleaños del amigo de un amigo de mi mejor amigo, no me importa el festejado sino el festejo. Me dijeron que esperaban por mí en el Centro Comercial Jardines Plaza en Catia la Mar, me levante, me duche, me coloque lo primero que encontré, recalenté el almuerzo y me fui a la calle sin decir a donde iba. La ventaja de andar sin celular es que no me molestan cuando no llego a casa.

Me conseguí con la novia del amigo del amigo de mi mejor amigo, no la conocía, pero sabía que era la persona más ancha en el Centro Comercial, ella estaba con una amiga que no era fea, pero era extraña. Fui la persona más hipócrita en ese momento hasta que llego mi mejor amigo, la fiesta era en Taguao, sí, Taguao, quede igual que ustedes cuando me lo dijeron, sin embargo no dije nada. La cuestión era camino a Oricao, pero no tan lejos, después de la Planta Eléctrica de Tacoa, por donde queda Picure ¿no saben? Pues tampoco importa.

Después de cuarenta y cinco minutos sentados en el carro del camión, y al decir camión me refiero a la novia del amigo del amigo de mi mejor amigo, llegamos a casa del festejado; en el sitio estaba el amigo de mi mejor amigo que a su vez era el amigo del festejado, creo que eso quedo claro, en un principio me sentí excluido porque no conocía a nadie, pero luego de un escaneo rápido ya sabía con quien hablar. Me distraje conversando hasta que me dijeron -¡Vente! Vamos a volar. No entendí de que hablaba en un principio, me levante y me fui detrás de mi mejor amigo y su amigo, subimos al auto y llegamos a -literalmente- el rancho de un conocido de ellos, la casa tenía un olor peculiar, la verdad no sabría explicar a qué se debía ese olor, pero no le preste mucha atención.

Canuto, el perro, no dejaba de olerme y acercarse a mí para que lo acariciara, sin notarlo estaba en el piso jugando con él hasta que algo llamo mi atención, a mí se acerco alguien de quién no me había percatado estaba en la casa también, un joven de cabellos enrulados y cara muy agradable, parecía estar muy feliz sin motivo ni razón alguna; simplemente llego a mi sonriendo y diciendo -¿Quieres?- no supe de que hablaba hasta que mire su mano, tenía una especie de cilindro de aluminio, de un color rojo metalizado a lo que llamaremos Zeppelín. Al momento de ver aquel artefacto supe que era lo que ocurría y lo que podía pasar si aceptaba acompañarlos. El de cabellos enrulados se acerco, coloco su brazo sobre mis hombros y comenzó a decirme -Si no quieres hacerlo no hay ningún problema, pero si decides intentarlo veras la vida desde otro punto de vista, entenderás porque estamos tan felices; aunque debo decirte que debes estar consciente de que vas a pasarla bien porque si no te sentirás muy mal y no disfrutaras del momento- Luego de decirme esto se dio vuelta y entro en la casa, me quede un rato afuera pensando, al principio dude demasiado, pero no iba a morir por intentarlo así que decidí entrar y descubrir por mí mismo que sucedería si me atrevía a probar aquello.

La casa era extremadamente pequeña, mire el reloj sobre la nevera y daban las 11:14pm; les dije que quería hacerlo y me dieron el Zeppelín y un yesquero, me quede con ambas cosas en las manos esperando algún tipo de instrucción y entonces mi mejor amigo me dijo -Solo ponlo en tu boca, enciéndelo y aspira- no pude evitar reírme luego de eso, pero me detuve cuando note que más nadie reía. Suspire e hice tal cual lo que me indicaron y creo que surtió efecto porque no paraba de toser, sentía que me habían aruñado la garganta, me picaba, ardía, dolía y no paraba de toser. Cuando lo note todos estaban riéndose de mí, no supe porque aun me sentía igual que antes y fue entonces cuando mi mejor amigo dijo -Vamos a Picure y subimos al campo- Todos se emocionaron con la propuesta y decidieron partir en el carro del dueño de la casa, éramos cinco muchachos en un carro camino a un campo, la idea era un poco extraña, llegamos a Picure una pintoresca urbanización de los empleados de la Planta Eléctrica Tacoa, un centenar de casas y en la parte alta algunos edificios, pero las casas predominaban, tenían un club, canchas, era un sitio bastante espacioso. Llegamos al final de la calle y entramos en un camino que no estaba asfaltado, luego de unos 5min de camino llegamos al campo, luego que estuve ahí supe que hablaban de un campo de beisbol.

Al salir del carro alguien me pregunto -¿Ya estás volando?- pero no le preste atención, la verdad aun no sentía nada, me sentía igual que antes; creo que notaron que estaba igual y decidieron hacer una atrocidad la cual llamaron “El Bate” y a decir verdad en comparación con un cigarrillo este era realmente grande, podría decir que tenía el tamaño y el diámetro de mi dedo índice y eso ya es bastante. Alguien en algún momento dijo que la primera vez jamás se siente nada porque estas esperando que suceda algo impresionante y fue entonces cuando deje de pensar en lo que me sucedía y solo intente enfocarme en pasar un buen rato con mis nuevos amiguitos y lo que sucedía a mí alrededor dejo de importarme. Subimos a las gradas y nos sentamos, encendieron el bate y empezamos, cuando llego a mi me dijeron -aspira y reten el humo un rato, luego bótalo lentamente- y eso hice, le di tres patadas, como regularmente haría con un cigarro, con la diferencia de que mantenía el humo más tiempo de lo normal. Luego de tres rondas el bate murió, se empezaron a pelear por el 'chichito' ni siquiera les preste atención, sabía que eso que quedaba no podría fumarlo aunque quisiera.

Fue entonces sentado en las gradas cuando empecé a sentir una ligera aceleración en mi corazón, mi garganta estaba seca sin motivo alguno, comencé a respirar de forma agitada y mi garganta no se sentía igual que antes, no sabría explicar que hacía, pero era una sensación extraña que no había conocido anteriormente; en ese momento apareció mi mejor amigo y volvió a preguntarme -¿Ya estas volando?- y no tuve que responderle, la sonrisa de oreja a oreja en mi rostro lo hizo todo por mí.

Era una noche oscura, pero la luna alumbraba aquel campo de una manera misteriosa; empezamos a reír sin sentido alguno y de pronto sucedió algo que no entendí, lo que ellos relataban que estaban viendo yo también lo veía, podía ver como en el centro de la luna había un ojo que nos miraba incesantemente o como una mano hecha de nubes intentaba tomar a la luna y llevársela dejándonos a oscuras, luego esa mano se transformo en la mano de Wolverine y con sus garras intentaba romper la luna en pedazos cuando de pronto apareció un dragón escupe fuego y deshizo aquella mano maligna y le dio paso a la montaña. Veíamos la montaña con cierta intriga cuando de pronto las nubes tras de ella la convirtieron en un volcán que estaba a punto de hacer erupción, por un momento entramos en pánico y luego alguien no tranquilizo diciendo que no pasaría nada, que todo iba a estar bien.

Todo ese tiempo lo pase en silencio, riéndome sin cesar de todo lo que ocurría, pero sin decir palabra alguna, los muchachos me decían que hablara y así descargaba lo que sentía, pero estaba muy cómodo encerrado en mi mundo disfrutando de todo lo que ellos hacían y decían como para salir de ahí. De pronto vi como una luciérnaga volaba hacia mí y en el afán de esquivarla me moví hacia la derecha y alguien, no sé quién, hizo un sonido como un camión y de pronto yo era un camión 350 de color verde en una autopista a toda velocidad, de fondo podía escuchar ese sonido que hacen los camiones cuando pasas a otro vehículo; lo único que sabía era que yo me inclinaba de izquierda a derecha esquivando los vehículos que creía se acercaban a mí, cuando salí de mi ilusión me dio un ataque de risa incontrolable, sentía que todo iba en cámara lenta y sin sonido alguno, comencé a golpear las gradas con mis manos y movía mis pies, no podía parar de reír, sentía mi cuerpo demasiado ligero y muy lento, por un momento cerré los ojos y cuando los abrí nuevamente estaba en el carro camino a casa.

Llegamos otra vez a la casa y volví a acariciar a Canuto hasta que dijeron que volveríamos a la fiesta, pensé que había pasado demasiado tiempo como para ir a la fiesta nuevamente, llegue a pensar que había terminado la celebración y que tan solo llegaríamos a dormir, debido a mi intriga por saber la hora pues creía que estaba a punto de amanecer entre a ver el reloj que estaba sobre la nevera y mi sorpresa fue increíble cuando al ver el reloj me di cuenta de que tan solo eran las 1:49am.

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